miércoles, 28 de octubre de 2015

Nuevos Aprendizajes.

 Adquisición de la conducta operante: Involucra ya sea un incremento en la frecuencia con la cual ocurre una respuesta o bien la aparición de una operante que antes no se había observado. Esto se lleva a cabo mediante estímulos reforzantes que van después de la conducta. Las operantes no tienen estímulos evocadores.


      El moldeamiento de la conducta operante: Dado que debemos esperar a que ocurra una respuesta para que la podamos reforzar, parecerá imposible crear nuevas conductas operantes. No obstante, la conducta operante nueva o que no existe en el repertorio de un organismo, puede ser creada mediante un proceso llamado moldeamiento, para cambiar las respuestas simples ya existentes en respuestas nuevas mas complejas.


      El Reforzamiento Positivo y la Actividad: No solo trae como consecuencia un incremento significativo en la frecuencia de una respuesta , sino que también resulta en un incremento en la frecuencia de muchas otras porciones de conducta del organismo. El reforzamiento positivo da como resultado un organismo activo. Esta propiedad del Reforzamiento positivo juega una parte importante en el moldeamiento.  



          Castigo: Reviste dos cualidades principales (que a su vez lo diferencian del refuerzo positivo y del negativo): Es en si un evento que resulta desagradable, doloroso a quien lo recibe y su propósito fundamental es evitar que una conducta se repita.


 Refuerzo Negativo: Se produce cuando una respuesta se fortalece porque se acompaña de la eliminación de un estimulo aversivo (desagradable).


El uso de Reforzadores:

Por reforzador positivo entendemos cualquier estímulo que aumente la probabilidad de una conducta o respuesta a la que le sigue temporalmente. 
Se trata, pues, de aumentar conductas positivas o deseadas (estudiar, obedecer al maestro, no hablar en clase...).
No está especificado el tiempo que tiene que tardar el reforzador en seguir a la respuesta con el fin de aumentar su probabilidad de ocurrencia; sin embargo, normalmente se supone que la efectividad de un reforzador decae rápidamente conforme aumenta el tiempo que transcurre entre la respuesta y el reforzador. Esto es especialmente cierto a medida que los niños son más pequeños o presentan déficits cognitivos más severos (retraso mental, autismo, etc...).
Un reforzador puede ser verbal en forma de halago (“lo has hecho muy bien”; “estoy muy contento de tu comportamiento”...) o puede concretarse con la entrega de algún objeto del agrado del niño (golosinas, pequeños juguetes, cromos. Muchas veces no es suficiente sólo con las palabras pero éstas siempre deben acompañar la entrega de un reforzador.
En clase, la entrega de reforzadores debe estructurarse ya que se suelen introducir para controlar a los niños más problemáticos pero es todo el grupo el que debe tener acceso a ellos. 
Hay otros tipos de reforzadores que también podemos utilizar en la escuela (dependiendo del perfil de los alumnos) como son el negociar un aumento extra de la nota, disponer de más tiempo en ciertas actividades de su interés.
Existe también el denominado reforzador negativo Se trata de cualquier estímulo cuya eliminación después de una respuesta aumenta la probabilidad de esa respuesta. Normalmente se trata de un estímulo no deseado que no se presenta si se produce la respuesta adecuada. Por ejemplo, si un niño ha provocado una pelea puede escapar de un castigo más severo si muestra arrepentimiento y pide perdón
Podemos también pedir a un niño que ha insultado en clase a su maestro que le pida perdón delante de todos para evitar un expediente sancionador.
En general, siempre es más aconsejable la utilización del reforzador positivo que el negativo ya que este último implica la inclusión de elementos aversivos, sin embargo, muchas veces es necesaria su utilización para el control de conductas disruptivas en el aula.






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